
En una nueva jornada de ponencias, Venezuela Gastronómica insistió en su  empeño: descubrir, promover y difundir el rico patrimonio nacional  ahondando en ingredientes, técnicas, personajes, platos, testimonios e  historias en un intento por contagiar a la gente con sabores propios.
En  este tercer capítulo, Margarita fue protagonista de un condimentado  encuentro que ahondó en las riquezas y tradiciones de Nueva Esparta,  tierra prometida. Desde tempranas horas del sábado 14 de mayo, el Centro  de Arte Omar Carreño acogió a más de 200 visitantes de la isla y el  resto del país. Frente a la Catedral Nuestra Señora de la Asunción se  apostaron entusiastas del tema gastronómico para unirse a una fiesta que  celebró los más grandes tesoros de la isla: sus productos y su gente.
Sumito  Estévez, Francisco Abenante, Hector Romero, Ana Belén Myerston,  Federico Tischler, Juan Carlos Bruzual, Henrique Ramírez, María Fernanda  Di Giacobbe, María Elisa Romer, Pocho Garcés, Tomás Fernández, Nelson  Méndez, Reison Frioni y Rosanna Di Turi comandaron una experiencia  didáctica e interactiva, moderada por Víctor Moreno Duque, que puso a la  audiencia en contacto con sus raíces gastronómicas, mientras afuera del  recinto, en la plaza Bolívar, exponían más de 80 artesanos, entre actos  folclóricos y música en vivo.
Regalos del mar
En  una primera ponencia, Sumito Estévez, presidente de VG y director del  Instituto Culinario y Técnico del Caribe, habló de proyectos  sustentables como el de la recolección de mejillones en La Guardia,  ejemplo de lo que logra una comunidad si se organiza para defender las  condiciones del trabajador y la sobrevivencia de una especie.
“Es  impresionante ver a un pescador, ocho horas, bajar y subir en apnea  agarrando mejillones, chequeando que tengan el tamaño para poder  venderlo sin afectar la continuidad de la especie, devolviendo al mar a  los mejilloncitos que vienen pegados de la madre…Es el sueño de  cualquier biólogo. Están coordinados y enfilados a proteger lo suyo”,  refirió Estévez.
“Necesitamos que se le dé valor al mejillón,  pero también a la parte humana, al mejillonero, que pueda tener mejor  ingreso y se motive a cuidar el ambiente, porque si no, ganamos dinero  pero nos quedamos sin recursos naturales mañana y nos desgastados  físicamente”, aseguró el mejillonero Jesús León.
Documentar el  éxito de esta experiencia fue apenas un punto de partida. Estévez llamó a  los cocineros a unirse a las comunidades: “Deberían plantarse frente a  los voceros de estas iniciativas para plantear cosas, contribuir con  transferencia de tecnología, entrenamiento, pensando en que un día  podamos encontrar en el aeropuerto de Margarita una nevera llena de  productos terminados hechos con esos mejillones”.
Los chefs  Héctor Romero y Francisco Abenante continuaron el homenaje al mar con  fotos y videos que mostraron un sinfín de pescados típicos pero poco  conocidos. Frente al mero, el salmón, el pargo o la catalana propusieron  alternativas, incluso más económicas, de gran valor culinario.
Romero  habló de la experiencia del Comedor del Instituto Culinario de Caracas,  donde sólo usan los frutos del mar enviados por Mauricio de la Porta de  la pescadería Mondeque en Pampatar. En este sentido, entallan  semanalmente el meú del Comedor a la medida del producto y de sus  temporadas.
“Tener conciencia de que el ingrediente que usamos  hoy salió de Manzanillo, Coche, La Guardia nos compromete a darle un  tratamiento justo y merecido. Esta operación muestra que sí es posible  contar en nuestra despensa con productos originales provenientes de  distintas regiones del país. En Margarita nosotros encontramos un  tesoro”, resumieron los chefs.
Tradiciones que se heredan
Reveladora  resultó la ponencia de Juan Carlos Bruzual (Instituto Europeo del Pan),   y Henrique Ramírez (Instituto Culinario de Caracas): develó una  tradición panadera de largo amasado en La Asunción. Testimonios  conmovedores dieron cuenta de un oficio convertido en herencia, como el  de “Toñito” Espinoza Prieto, hijo, nieto y bisnieto de panadera: “La  principal actividad de La Asunción era la panadería. La ciudad llegó a  tener hasta 17 panaderías. Por eso decíamos: “el mejor pan sólo se hace  en París y en la Asunción, la diferencia es que nosotros hacemos todos  los panes franceses, mientras los franceses no pueden hacer nuestro plan  de leche”.
Paso a paso, los ponentes detallaron tipicidades como  el pan de agua, pan aliñado, bizcochos, galleta de leche, pan de tunja,  pan de navidad, casabe, cocorrón y dulce de almidón. Frente al legado  servido, Bruzual planteó a la audiencia: “Deben poner esto a valer,  heredarlo y llevarlo al siguiente peldaño. Es un gran patrimonio”.
Enseguida,  la periodista Rosanna Di Turi habló del queso de cabra, destacó  emprendimientos como el de Carlos Ignacio Pérez, Quesos Las Cumbres,  Ananké, José María y Eva Guerón, pero puso el acento en los quesos  margariteños de Amílcar Pérez y Carbis Hidalgo, quienes han logrado un  producto fresco y artesanal controlando todos los procesos del ciclo de  producción.
“Esta actividad es particular porque el queso es algo  vivo, varía según las condiciones climáticas, incluso en función de  quien lo hace. Estos quesos son posibles porque hay gente apostando a la  excelencia en Margarita y al sello que da la isla a sus productos”,  añadió.
En la agenda hubo espacio también para hablar de Amazonas  y las riquezas de su enorme reservorio, gracias a la investigación  realizada entre los chefs Reison Frioni y Nelson Méndez. “El mercado más  grande de pescados de agua dulce está en Puerto Ayacucho, el pescado es  la primera fuente proteica del estado. Hay más de 132 tipos de bagre.  Amazonas y Margarita saben lo que es tener una despensa amplia” comentó  Méndez.
Frioni, por su parte, explicó el proyecto Terra Nostra,  que aprovecha productos nacionales en el manejo de técnicas de cocina  italiana tradicional. Como muestra del ejercicio, presentaron platos  como Pato real morado con polenta de pijiguao.
Méndez puso una  vez más la palabra “sustentabilidad” sobre la mesa. “Han desaparecido  especies de valor. Debemos aprovechar lo que tenemos; conocer y divulgar  lo nuestro para engrandecer la gastronomía venezolana”.
El valor de lo propio
Venezuela  es también despensa de mieles. Por eso, los cocineros Pocho Garcés y  Tomás Fernández se esmeraron en resaltar el universo de flores criollas y  las gracias de este ecosistema para luego dar recomendaciones prácticas  sobre cómo evaluar la pureza de una miel, conservarla o usarla en la  cocina.
“Tenemos floración todo el año, mientras en países  paradójicamente famosos por sus mieles, la floración es limitada ¿Por  qué se aprecia más lo de afuera teniendo opciones tan increíbles como  las hechas con flor de araguaney, mango, carcanapire, mastranto, tara…”
En  ponencia aparte, los “ecológicos” Ana Belén Myerston (chef de Mokambo) y  Federico Tischler, maravillados con la producción agrícola de la isla,  invitaron a curiosear la tierra. En lugar de insistir con pera, kiwi y  manzana, propusieron explorar frutas “más ricas e interesantes”,  recordando que están en riesgo de desaparecer el tamarindo, cerecita,  guanábana, mamey, riñón, castaña, caimito, níspero, pomalaca, pan del  año, cotoperís, jobo, icaco.
“Vimos fincas haciendo esfuerzos  tremendos, batallando con problemas climáticos. Todos respetan la  tierra, recuperan semillas, insisten en vegetales y frutas poco  demandados para que no se pierdan… Tiene que estimularse al campesino y  buscarse denominaciones de origen”, declaró Myerston, al tiempo en que  convocaba a sus pares a incluir en sus restaurantes cultivos de estos  pequeños agricultores: “Compren esas joyas que están en la carretera y  denle a probar a sus comensales”.
Como cierre y plato fuerte,  María Fernanda Di Giacobbe, de la bombonería Kakao, y María Elisa Romer,  del Instituto Culinario de Caracas,  mostraron una Margarita  matriarcal, liderada por mujeres trabajadoras, generosas, valientes,  pero sobre todo, “cocineras totales”.
“Creo que en ningún otro  lugar de Venezuela hay la costumbre de conocer un plato por el nombre de  quienes lo preparan. Aquí hay cocineras que hacen lo que nosotros, los  cocineros “de blanco”, denominamos cocina de autor. Pisillo de loro,  sapo guisado, langosta guisada, revuelto de guacuco, arroz con chipi  chipi, pastel de chucho, macarrones con mariscos, fosforeras… tienen  aquí nombre y apellido”, enfatizó Di Giacobbe.
Se escucharon las  historias de Enérida Salcedo, patrimonio viviente de La Asunción, con  más de 40 años haciendo empanadas en la Plaza Bolívar; Esther González  de Casa de Esther; la negra Isabel Marín de Boca de Río en Macanao;  Tania, la hija de la famosa Dorina de Playa el Tirano; Isaura Marcano,  dulcera de La Asunción y Carmen Luna, empanadera del local Conchita de  Guacuco, entre otras.
“La cocinera margariteña de hoy lucha por  su familia y comunidad con vocación de llamado ancestral pero tradición  renovada. Lucha por una isla que no quiere que se le vaya”, insistía Di  Giacobbe.
Después de ocho horas de actividad, quedó en la  audiencia bien sembrada la semilla de Venezuela Gastronómica. Como  última perla, Di Giacobbe recalcó incansable: “Margarita es un terreno  enrome y emocionante. Hay un mundo inexplorado, les digo: salgan a las  calles, agarren libreta y lápiz y documenten, salven esos tesoros que  están allí, en las calles, en las orillas de las playas, no dejen que se  pierdan”.
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